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viernes, 11 de junio de 2010

Ciencias

¡SILENCIO, NO CONTAMINEN! Por Reina y Agustina de 6° A

Ahora resulta que además de los residuos de la combustión de los motores, el humo de las chimeneas de las fabricas y los cigarros del tío Pepe, existe otro tipo de contaminación del aire que también encierra graves peligros para nuestra salud, se trata nada menos que de los ruidos (¡Shhh! …si bajan el volumen del radio, continuo…).
Ruido máximo: 80 decibeles.
Los sonidos pueden medirse y la unidad con que se determina su intensidad se llama decibel (Dc.).
Un decibel representa el sonido más débil que puede percibir el oído humano. Es muy tenue, tanto que el simple murmullo de las hojas de los árboles al ser movidas por el viento mide diez decibeles.
Nuestro sistema auditivo puede soportar ruidos de hasta 80 db que corresponderían al que produce una motocicleta en marcha. Más decibeles nos perjudican y mucho.

Se ha comprobado que los miembros de tribus que viven primitivamente, y en contacto con la naturaleza, oyen tan bien a los 70 años como cuando eran jóvenes. Los habitantes de las grandes ciudades deben soportar enormes niveles de ruido (bocinazos, aceleradas de automotores, maquinarias en funcionamiento, altoparlantes, radios, tocadiscos, aparatos de televisión, conjuntos de rock, etc., etc.).Todo esto significa una gigantesca presión para el oído y, cuando es continua, reduce la agudeza visual, aumenta la tensión sanguínea, altera el sistema nervioso y disminuye la capacidad auditiva ¿Qué me cuentan? ¡Todo por culpa de los ruidos! .¡Shh! ¡Basta de bochinche!
Para protegernos de esta peligrosa situación y no seguir con la ruidosa contaminación de nuestro mundo, podemos hacer muchas cosas:

· Proveer de protectores para los oídos a los trabajadores que estén expuestos a ruidos de más de 80 db.

· Exigir a los conductores que hagan sonar la bocina sólo cuando sea estrictamente necesario, tal como lo establece el código de tránsito.

· Poner la radio, el tocadiscos o el televisor a un volumen moderado. Los vecinos no tienen porque soportan nuestros programas favoritos.

· En las fábricas, rotar los horarios de atención de las máquinas más sonoras.

· Revisan periódicamente los silenciadores de automotores y motocicletas.

· Mudarnos inmediatamente de barrio, cuando nos enteramos que los chicos de al lado han formado un conjunto de rock.

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